José Bergamín, Teatro de vanguardia (Una noción impertinente), Valencia, Pre-Textos, 2004, 324 p. (Edición de Paola Ambrosi, prólogo de Nigel Dennis.)
"El lector que se deje arrastrar por la desbordante fantasía del mundo dramático bergaminiano quedará sorprendido por la preponderancia del discurso estético-plástico del juego escénico respecto al diálogo en "Los filólogos, Coloquio espiritual" y buena parte de "Enemigo que huye"; las largas acotaciones de la mayoría de estas primeras piezas lo llevarán por un camino imprevisible en la obra de un autor famoso por su escritura aforística, conceptual, de fuerte arraigo barroco, a través del cual, además, podrá reconocer las fundamentales líneas de fuerza de la vanguardia histórica. Por otra aprte, el lenguaje metateatral de estas primeras obras, que ya encontramos en "Tres escenas en ángulo recto", atestigua el carácter específico de una literatura dramática pensada para las tablas; obviedad en la que merece la pena insistir, dada la poca consideración que hasta ahora se ha tenido hacia José Bergamín como autor de teatro." PAOLA AMBROSI "Existen diversos factores que explican que no se haya prestado la adebida atención al teatro de Bergamín durante tanto tiempo. Sin duda, el hecho de que se haya representado muy poco, por ejemplo, ha reducido su impacto. Por otro lado, sólo ha llegado hasta nosotros unas cuantas piezas teatrales anteriores a la guerra, de modo que su reputación como dramaturgo -si de eso se trata- se fundamenta en los frágiles cimientos de "Tres escenas en ángulo recto", los esbozos de "Enemigo que huye" y el texto de "Los filólogos", que se remonta a 1925, pero que, como veremos, tardó más de medio siglo en publicarse. En cualquier caso, es sobre todo el carácter evasivo de la escritura dramática de Bergamín lo que ha hecho particularmente difícil la labor tradicional del crítico: situar y explicar las obras." NIGEL DENNIS
En el número de "La Gaceta Literaria" del 1 de junio de 1930, José Bergamín responde a cuatro preguntas sobre la vanguardia que le formula Miguel Pérez Ferrero. Entre otros razonamientos respone: "La noción de vanguardia supone una estrategia más o menos bélica de aplicación inadecuada a todo movimiento literario o artístico. Además, por su extensión misma, rechaza lógicamente por incomprensivas, las aproximaciones genéricas y diferencia específicas que deberían definirla. Me parece, por tanto, respecto al arte literario y poético, una noción incongruente, impertinente e indefinida: esto es, inexistente e inexacta". Y añade: "Se trata sólo de un mote, y como tal mote utilizable caprichosamente (...) No hubo pues, ni hay, ni cabe que lo haya, en el motivo vanguardista, ningún postulado literario: lo que hay son "posturas" o "posiciones" tomadas, que para eso sirven las vanguardias, para ir tomando posiciones, ventajosamente".
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